¿Más de una década? Hace casi tres lustros, de hecho, desde que comenzó a oírse hablar de Do Not Track (DNS), una característica diseñada para que los internautas rechazasen educadamente, si así lo deseaban, ser rastreados por los sitios web que visitaban; un brindis al sol que la industria adoptó rápidamente y que no ha servido para nada. Ahora, Mozilla es la primera de las grandes en descolgarse del invento.
Y eso que también fue la primera en implementar DNS en Firefox, antes de que el resto de navegadores web e incluso organismos como W3C, el consorcio internacional encargado de presentar las recomendaciones a seguir en la evolución de la web en cuanto a protocolos y otras tecnologías,hiciesen lo propio. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que las buenas formas no funcionan en Internet.
En resumen, Do Not Track es una suerte de mecanismo de comunicación entre navegadores web -u otras aplicaciones conectadas a Internet- y los sitios web; un ajuste opcional que transmite a las páginas visitas una petición explícita por parte del usuario para no ser rastreado y que, en principio, estos deberían aceptar. No hay más. DNS es un «por favor, no me rastree».
En efecto, no se trata de un bloqueo de ningún tipo. Ni siquiera de un convenido sustentado sobre alguna regulación. Es una petición explícita, pero tácita que no solo debe ser aceptada por el sitio en cuestión: este debe haber implementado su soporte en el mismo. Un formalismo que tuvo muy buena acogida en su momento, pero que ha quedado en nada, cabe repetir.
La idea original era que, frente a la avidez recolectora de datos de la industria publicitaria que aguanta gran parte del Internet abierto y los usuarios, hartos de tanto anuncio y temerosos de su privacidad, un término medio podía ser la solución: muéstrame publicidad, pero no me rastrees. Como decimos, nunca funcionó, porque lo que se deja a la buena voluntad de las partes, rara vez se sostiene.
Ahora, más de una década después de que Do Not Track se convirtiese en bandera de no se sabe bien qué, Mozilla es la primera de las grandes en bajarse del carro y ya ha anunciado que eliminará DNS de Firefox… porque no sirve para nada: ni todos los sitios lo implementaron, ni mucho menos lo respetan y la falsa sensación que puede generar esta característica es, principalmente, perniciosa para con el usuario.
Mozilla apostará por Global Privacy Control (GPC), otro estándar al mismo estilo de Do Not Track, pero respaldado por legislaciones determinantes en parte del mundo como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en Europa y la Ley de Privacidad del Consumidor de California (CCPA). Es decir, quien incumpla GPC, se enfrentará a la ley. ¿Será suficiente? La evidencia es clara en este sentido: no. Pero ya es un poco más de lo que había.
De hecho, los mecanismos de rastreo web han evolucionado tanto en estos último diez años que DNS, que en sus inicios apuntaba únicamente al rastreo por localización, se había quedado igualmente desfasado. Asimismo, legislaciones como la GDPR y su imposición en la aceptación de cookies son mucho más rotundas que cualquier señal que se envíe a un servidor… Con la contrariedad de se también más complicada para el usuario, que termina aceptándolo todo para ir más rápido.
Así que nos quedaremos como estábamos, más o menos: solo Google trabaja en un método alternativo a la recolección de cookies -de terceros en este caso, las de carácter publicitario- con el que ofrecer un cambio al status quo entre una industria ávida de datos y unos usuarios parapetados tras un bloqueador que merma los ingresos de las empresas en Internet.
La entrada Do Not Track: un absurdo cuyo fracaso comienza a reconocerse una década después es original de MuySeguridad. Seguridad informática.