El estrecho de Ormuz es, desde hace décadas, un punto excepcionalmente tenso, y es que cualquier acción que se lleve a cabo en el mismo puede tener repercusiones globales. Y esa es la razón por la que esta noticia me parece tan interesante, puesto que pienso que sirve para explicar toda la inteligencia que puede haber tras un ciberataque, ya que unos pocos ordenadores comprometidos pueden desestabilizar regiones, avivar conflictos y provocar que ir a la gasolinera nos salga un poco más caro.
Pero empecemos por un rápido repaso geográfico: el estrecho de Ormuz, que puedes ver en la imagen superior, se sitúa entre Irán, Omán y Emiratos Árabes Unidos y es el punto en el que se conectan el golfo Pérsico con el golfo de Omán. Y ahora recordemos que las aguas del golfo Pérsico bañan también a Arabia Saudí, Catar, Baréin y Kuwait. Y no menos importante, que el golfo de Omán es la puerta de salida al mar arábigo, que a su vez da paso al mar Rojo y el canal de Suez, al océano Índico…
Dicho de otra manera, el estrecho de Ormuz es la puerta al resto del mundo de toda la producción petrolera y petroquímica que tiene su origen en el golfo Pérsico. ¿Y cuánto es eso? Pues aproximadamente un tercio de los barriles de petróleo que se transportan por vía marítima en el mundo cruzan este estrecho. Si computamos todo el consumo global de petróleo, uno de cada cinco barriles, el 20%, han tenido que transitar por esa ruta. En datos de 2019 publicados por El Orden Mundial, 14,6 millones de barriles de crudo, 1,4 de petróleo refinado y casi 60 millones de toneladas de gas natural licuado lo cruzaron cada día.
Las autoridades de Irán no son especialmente dadas a informar sobre este tipo de incidentes, así que resulta un tanto sorprendente que en esa ocasión lo hayan hecho a través de Ilna News. Y es que las instalaciones informáticas del puerto de Bandar Abbas, en la costa iraní en el estrecho de Ormuz, habrían sufrido un ciberataque la semana pasada. La semana pasada, cuando se produjo el ataque, las autoridades locales lo negaron. El único dato facilitado por las autoridades es que el ataque era de origen externo.
El resultado del mismo, según dichas autoridades, habría sido fallido, logrando afectar solo a una pequeña cantidad de ordenadores de las instalaciones. No obstante, y más teniendo en cuenta que en un primer momento optaron por negar los hechos, tiene sentido pensar que la versión oficial reduce el impacto real que podría haber tenido el ataque. Más aún si tenemos en cuenta que no se ha revelado ningún dato más sobre el mismo. No sabemos qué tipo de ataque ha sido, quién podría encontrarse tras el mismo, su posible incidencia en el tráfico marítimo del estrecho de Ormuz, etcétera.
Esto, claro, es una puerta abierta a las especulaciones, que además se ve incrementada por un incidente, en principio no relacionado, ocurrido en el mismo estrecho de Ormuz. Un barco de apoyo de la armada iraní llamado fue alcanzado por fuego amigo durante el fin de semana mientras colocaba objetivos en el mar para un ejercicio militar. El incidente provocó la muerte de 19 marineros y heridas a otros 15. Con las autoridades iraníes negando todavía el ciberataque, muchas teorías han apuntado a una relación causal entre ambos incidentes.
Imagen: Google Eartth
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